El colectivo de abuelos y abuelas está desempeñando hoy en la sociedad un papel de extraordinaria relevancia. Su tiempo, su saber, su generosidad, su dedicación y su afecto están tejiendo un manto salvador que protege la vida de las familias.
Los abuelos y abuelas lanzan un puente de amor que salva el abismo generacional entre sus nietos y ellos. ¿Qué tienen en común un niño de 5 años y un anciano de 75? El puente por el que transita la relación es el afecto, es la ternura. Josefina Aldecoa en su libro “Confesiones de una abuela” dice que “los nietos y los abuelos son aliados naturales”.
La incorporación de la mujer al mundo del trabajo, las exigencias laborales de ambos cónyuges, el aumento de las separaciones y divorcios, la jubilación anticipada, la duración y profundidad de la crisis que estamos viviendo, la prolongación de la vida que hace que ahora, con sesenta años, se pueda considerar joven a una persona, la progresiva complejidad de las ocupaciones infantiles… han hecho cobrar una importancia decisiva a los abuelos y a las abuelas.
El tiempo del que no disponen los padres y las madres para compartir con los hijos e hijas, está en las manos de los abuelos y abuelas que han dejado ya sus trabajos y disponen de un arsenal inagotable de horas. Podrían dedicarlas al descanso, a la diversión, a la formación, a los viajes, pero frecuentemente hacen entrega de ellas a sus nietos y nietas.
La responsabilidad educativa que se les encomienda es, a veces, excesiva. Se les exige que sean los auténticos educadores y educadoras dada la imposibilidad que los padres tienen para hacer frente a sus obligaciones. No debería ser así. A los abuelos solo se les puede pedir (y eso es mucho) que sean abuelos. Es sabido que hoy hay muchos hijos huérfanos de padres “vivos” (en el doble sentido de que no han muerto y de que disfrutan alegremente de la vida)..
Los abuelos y abuelas se han convertido en taxistas, cocineros, canguros, sastres, profesores, guardaespaldas, prestamistas, peluqueros, entrenadores, payasos, malabaristas, cantantes, cuentacuentos, animadores, jardineros, cuidadores de mascotas, enfermeros…Y todo ese pluriempleo sin cobrar un euro. Es más casi expresando gratitud porque así pueden estar más tiempo con sus nietos y con sus nietas.
¿Quién no oído alguna de estas frases con más frecuencia de lo que quizá recuerde?
- El niño está con los abuelos durante el fin de semana.
- Los lleva al colegio el abuelo porque tiene coche y le gusta madrugar
- Con la abuela repasa las tareas cuando vuelve del Colegio
- Está comiendo en casa de la abuela porque tiene una mano estupenda para la cocina…
-Tenemos una cena y los niños se quedan con los abuelos
- La niña hace ballet y la lleva y trae su abuelo, porque con nuestros horarios de trabajo sería imposible
- Los lleva al colegio el abuelo porque tiene coche y le gusta madrugar
- Con la abuela repasa las tareas cuando vuelve del Colegio
- Está comiendo en casa de la abuela porque tiene una mano estupenda para la cocina…
-Tenemos una cena y los niños se quedan con los abuelos
- La niña hace ballet y la lleva y trae su abuelo, porque con nuestros horarios de trabajo sería imposible
¿Quién no ha visto a un abuelo empujando el cochecito de su nieto o de su nieta con una sonrisa dibujada en la cara? ¿Quién no ha visto sentado en un banco de un parque a una abuela con los ojos fijos en el tobogán por el que se desliza su nieto? ¿Quién no ha visto a un abuelo pagando el helado que espera dando brincos el nieto que se cuelga de su brazo?
Ya sé que se puede meter en un saco a todos los abuelos y las abuelas como si todos y todas fueran iguales. Hay abuelos que piensan que ésta es su hora y no quieren saber nada de nadie. Y menos de un mocoso que requiere su atención de forma permanente. Y hay abuelos que sienten el placer de ayudar a sus hijos y que rejuvenecen al sentirse útiles haciéndose cargo de sus “nuevos retoños”.
Conozco a abuelos que se han hecho cargo de los nietos no durante un fin de semana o durante un viaje sino de forma permanente, ya que los padres no han podido seguir pagando el alquiler de la casa que tenían alquilada. Conozco abuelos y abuelas que se hacen cargo de los nietos para que los padres puedan disfrutar de unas vacaciones “en plan de novios” o para que puedan aceptar un trabajo que requiere una dedicación especial.
Pero lo más admirable es la actitud con que los abuelos se hacen cargo de esas responsabilidades y de esa dedicación tan exigente. Yo tengo un ejemplo bien cerca. Siempre me maravilla la actitud de la abuela de mi hija Carla que, después de pasar un día entero con ella no solo no se queja o no hace gala del esfuerzo que ha requerido su permanente dedicación, sino que dice con un entusiasmo admirable:
- Lo que he disfrutado hoy de la niña.
La editorial Graó ha publicado hace unos meses un libro que se titula, con expresión que muestra la gran complicidad existente entre nietos y abuelos, “No se lo digas a mamá”. En este delicioso libro quince abuelos y abuelas, preocupados por la educación, nos cuentan sus vivencias en lo que concierne a la relación con sus nietos y nietas. En él se dice que “·los abuelos y abuelas son la voz de la trayectoria vital y educativa seguida por la familia”.
No solamente hay que reconocer la inestimable ayuda que prestan. Hay que pensar también en la transmisión de cuentos, canciones, vivencias que a través de su relación brindan a los niños.
Pienso en todo el caudal de inmensas riquezas que los abuelos y abuelas podrían aportar en las escuelas. Vivian Gussin Paley nos ofrece un hermoso ejemplo en su pequeño y delicioso libro “La niña del lápiz marrón”. La abuela de Reeney acude a la escuela a contar historias y a trabajarlas con la profesora.
En la escuela de la vida el currículo que pueden ofrecer los abuelos, no solo a sus nietos sino a los niños en general es de una gran importancia. Los niños hacen preguntas sin cesar y los abuelos son un libro abierto lleno de respuestas. Un abuelo es una biblioteca andante.
Venerar a los abuelos y abuelas es una estrategia educativa importante porque supone reconocer el valor de la experiencia. En una época en la que el valor de la infancia y de la juventud se han hecho preponderantes, está bien establecer este contrapeso ético.
Creo que la sociedad le debe un tributo de gratitud, de admiración y de afecto a los abuelos y a las abuelas Hoy se han convertido en piezas indispensables de la sociedad. Sin ellos la vida sería más difícil y más triste.
Fuente: Miguel Ángel Santo Guerra
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